Llegado ha el momento ese en que lo teórico, y moderadamente abstracto, se torna práctico, y algo más cristalino. Será tal vez porque ya vamos teniendo armas con las que enfrentarnos a la caza o, también es posible, porque donde antes íbamos con las orejeras de burro puestas ahora nos aventuramos con la mente, tal vez sólo ligeramente, un poco más abierta y desasnada.
Y es que el curso comienza a coger ritmo, alternando contenidos sustanciosos con actividades provechosas. Para algunos puede que resulten conocidas e incluso trilladas, pero admito que para este alumno están siendo la puerta de entrada a otros mundos desconocidos.
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