miércoles, 30 de septiembre de 2015

Infoxicación: demasiada información me tiene loco.

Tal vez un ejemplo meridiano de esta sobrecarga informativa sea este mismo blog y los innumerables pares que ahora mismo se deben estar creando.

Y es que se debate uno entre estas dos opciones contrapuestas:

1. Dedicarles a cada uno de ellos un mínimo de tiempo en atención al mismo empeño que seguro se ha puesto en su bisoña construcción. Tarea perfectamente posible, pero que a buen seguro nos tendría entretenidos, a cada uno, una buena porción del curso.

2. Obviar su existencia, reconociendo así nuestra limitación, perdiéndonos con ello la lectura de valiosas aportaciones, por qué no una ajena pero formulada con idénticas palabras a las nuestras. Y es que, al modo en que ya planteó Borges su "Biblioteca de Babel", la red parece contener todas las historias posibles; circunstancia esta a la vez cierta y falaz, pues un momento antes de su publicación nadie tenía conocimiento de mis pensamientos, mas un milisegundo después helos aquí disponibles para ser contemplados o ignorados por el ser humano.

¿Necesitamos este flujo constante y dinámico de información, esta infoxicación que nos abruma y que como una suerte moderna del síndrome de Stendhal nos atenaza?

Lo inmediato sería contestar que no, nadie necesita disponer de tamaña cantidad de nada; pero quiero concluir con otro ejemplo, de los muchos que habrá, en los que se pone de manifiesto el valor puro de la información y la extraordinaria grandeza del afán desmedido y obstinado por alcanzarla:

La Agencia Espacial Europea (ESA), a la sazón un grupo talentoso de hombres y mujeres de nuestra misma especie y parejo volumen cerebral (a la vista está que nos superan en capacidad, en alguna al menos), diseñó un artilugio fabuloso, la sonda espacial Gaia, que fue lanzada en 2013 con la misión de cartografiar (agárrense a sus asientos) ¡¡mil millones de estrellas!! o de soles, que resulta más poético.

Nuevamente, ¿habrá alguien que necesite todos esos datos recabados? Y la única respuesta que se me ocurre es "sí, nosotros"... pero que otros corran con la inagotable tarea de analizarlos. 

Luego sin duda lo que nos hace falta es un filtro, una barrera permeable a lo que constituye nuestro interés fundamental, pero sensible, y en ocasiones hermética, a lo que allí fuera se encuentre que nos distraiga.








Primera piedra

Por qué no comenzar comentando el porqué del sobrenombre que he decidido utilizar para colocar esta primera piedra en la construcción del presente curso: Brown Jenkin


Teniendo en mente a esos "ratones de biblioteca", hoy en claro retroceso, que dedican interminables horas a rastrear repletas estanterías de libros, rescato de mis lecturas juveniles a este personajillo taimado habitante de la novela gótica de Lovecraft.






No tiene muy buen aspecto, pero es que muchas de las cosas que habitan la red tampoco gastan buena cara. Confiemos en la buena guía de este MOOC para dar con aquellas que nos sean fundamentales, dejando por el camino las que sólo signifiquen molestias y trabas.


Comenzamos.